miércoles, 15 de julio de 2009

Minería en Atacama - Tercera Parte

Período 1810 - Independencia

Pronto...

Minería en Atacama - Segunda Parte

Periodo descubrimiento - conquista

Cuando Pedro de Valdivia tomo posesión del Valle de Copiapó, los indígenas se le acercaron con ofrendas, las que consistían en oro en polvo y una increíble cantidad de rocas verdes (llanca) y azules (con seguridad azurita y lazurita), que ellos confundieron con turquesa, por lo que denominaron al territorio como “sementera de turquesas”.

Al asentarse Hernando de Aguirre (hijo del conquistador Francisco de Aguirre) en la casa solariega de su padre, este continuo la explotación de los crestones que ya trabajaban los indios, eso si, con métodos y herramientas distintos, lo que era todo una novedad para los aborígenes, los que pasaron a constituir la mano de obra de estas minas, sin embargo, fueron poco a poco sucumbiendo al trabajo desconocido para ellos por lo que la industria no avanzo con rapidez. Para tal efecto, construyo un trapiche en la parte oriental del solar, en donde trataba minerales de oro, sin embargo, no era de gran capacidad. Por tales antecedentes, se considera a Hernando de Aguirre como el primer minero de Copiapó.

Cabe destacar en esta parte que la Región de Atacama a pasado por varias épocas metalogénicas. Como ya se dijo con anterioridad, los nativos del valle explotaron oro y cobre, sin embargo, la codicia de los españoles hizo que solo se dedicaran a la explotación de oro nativo, posteriormente, la plata y finalmente el cobre.

Ahora bien, debido a las condiciones fisiográficas de la Región de Atacama, la exploración de las serranías solo se limito, en un principio, a las adyacentes a la ciudad, que en ese tiempo no era ni siquiera una villa. Sin embargo, por ese entonces, el mineral de Potosí era el principal yacimiento de Sudamérica, el cual llamaba la atención de todos los españoles, por lo que Copiapó siguió, por un par de años, la última parada antes de internarse al despoblado con dirección a Potosí. Con el pasar del tiempo, mas familias se fueron asentando en la futura ciudad, con lo que aumento la cantidad de exploradores que recorrían el despoblado. Ya por 1706, la popularidad de la abundancia de oro en las cercanías de Copiapó, hizo que varias familias provenientes de Serena se trasladasen a la ciudad, tras el Oro de Copiapó, por ese entonces denominado Oro Capote, por la alta ley que se presentaba en las minas de ese cerro.

Por otra parte, también existió una corta explotación de minerales industriales, específicamente de azufre, el cual era explotado en el Cerro del Azufre, en cuyos flancos se encuentran abundantes depósitos de esta sustancia, en relativo estado de pureza, por lo que su extracción se reducía a limpiarlo de tierra, bajándose los acopios a Caldera con rumbo al Callao. Esta empresa fue ejecutada por don Francisco Cisterna Villalobos hasta mediados del siglo XVIII, cuando se impuso un diezmo sobre el precio del quintal de azufre.

Pese a los antecedentes anteriores, la verdadera era del oro para Copiapó parte con el redescubrimiento, en 1707, en el paraje de Talinai, de numerosos picados y laboreos antiguos realizados por indígenas. Sabida la noticia en la villa, Jose Antonio de Cisternas envió a unos empleados suyos a explorar esos parajes, al volver, denunciaron la presencia de vetas cuajadas en oro en los faldeos del cerro San Lorenzo. Esto hizo que la población se vertiese a los cerros para descubrir sus propias minas. Dos esclavos negros que eran parte de la servidumbre del capitán Antonio Contador Ponce de León, descubrieron una rica veta, que se ubicaba sobre la “descubridora” el 29 de Octubre. Posteriormente, el 22 de Noviembre, don Mateo de Zopeña descubriría a cierta distancia de la anterior, una rica veta, a la cual se denomino “Las Benditas Animas”. Pese a esto, los descubrimientos continuaron y don Alejandro Pinto y Sotomayor reconoció las vetas Mercedes y Jesús Maria y José en el cerro de Santo Domingo, estas resultaron ser las mas rendidoras de todas las vetas descubiertas con anterioridad y posteriormente, y fue tal la popularidad de la ultima, que hasta nuestros días este distrito minero conserva los dos primeros nombre, Jesús Maria.

Se llegó a contabilizar hasta 28 vetas y mantos, sobre los cuales se erigieron 187 minas. Para 1789, la gran mayoría de las minas se encontraban totalmente paralizadas, esto debido al broceo, al la dureza de la roca encajante y a labores realizadas con poco “arte”, sin embargo, se mantuvieron algunas en funcionamiento después de esa fecha.

Esta primera etapa de la historia minera de Copiapó, si bien no ha sido la principal, logro posicionar a la ciudad como un destino exploratorio, los primeros habitantes deben sus pequeñas fortunas a este mineral, atrajo nuevos habitantes lo que aumento la actividad minera y agraria.

Minería en Atacama - Primera Parte

Periodo pre-descubrimiento

La historia de la minería en Atacama se remonta a tiempos anteriores a la llegada de los españoles a nuestro territorio. Los indígenas, debido a que se encontraban bajo el yugo del Imperio Inca, debían tributo a este, el cual era pagado una vez al año. Para tal efecto, los aborígenes recorrían las serranías, en busca de reventones de oro y cobre nativo, así como también de óxidos de cobre, crisocola y malaquita, a los cuales denominaban llanca (piedra verde en mapudungun) y cardenillo, respectivamente.

En la localidad de Viña del Cerro, uno de los principales reductos metalúrgicos, los aborígenes fundían los minerales en hornos de piedra y greda, a partir de los cuales realizaban adornos y utensilios.

Durante la empresa de Almagro a Chile, su caravana se encontró con un convoy que llevaba el tributo anual, este consistía en andas ricamente guarnecidas de tejos y barras de oro amarillo, que eran conducidos en hombros de una columna de indios y que tenían estampadas una marca que representaba la figura del inca. Pero en este cargamento, dos trozo de de oro nativo de gran tamaño despertaron la codicia de los españoles ya que uno pesaba 6 kg y otro 5 kg. (Increíble!)